SUPERAR LA CIFRA; ¿cuántas veces te presentás solo con el corazón?
Nace un niño, y los primeros datos que recibimos son: fecha, hora, peso, largo.
Anunciamos un embarazo, y las primeras preguntas que recibimos son: ¿de cuántas semanas estás? ¿Cuál es la fecha probable de parto?
Números, números y más números.
En enero del 2024 decidí lanzarme de lleno a emprender, a dedicarme al crochet. No fue una decisión que naciera de la noche a la mañana, pero sí comenzó de manera bastante improvisada. Lo único que tenía claro era mi talento, mi pasión, mi capacidad, mis habilidades y la respuesta a una pregunta: ¿qué podrías hacer durante horas y horas sin sentir hastío?
Me siento privilegiada de poder responder a esa pregunta desde hace muchísimos años: enseñar, compartir mis tesoros con absoluta generosidad.
La decisión estaba tomada, y comenzaba un camino de mucho aprendizaje. Y para aprender se necesita un mentor, alguien que haya capitalizado sus propias experiencias y las haya organizado de forma tal que pueda compartirlas para que le sirvan a alguien más. Es así como encontré a Caro, de Nonalina, promocionando su curso “Vivir de lo que Amo”. Y es que eso justamente quería hacer yo! Vivir de mi pasión, de mi arte, poder expandirlo y convertirlo en algo rentable.
Debo admitir que me tomó un tiempo animarme a tomar la decisión, pero casi en el último minuto me sumé. Fue de las mejores decisiones del año.
Y ahora viene lo que quiero compartirles en este mensaje.
En el curso teníamos encuentros virtuales sincrónicos cada 15 días. En uno de esos encuentros, Caro nos propuso un ejercicio: presentarnos de una manera original, creativa, que supere la presentación numérica que nos hacen y nos hacemos desde que estamos dentro del útero.
Ese ejercicio me recordó un extracto de El Principito, libro que amo y que me acompaña desde antes del inicio de mi vida. Les comparto el extracto y, al final, la que creo que es, por lejos, mi mejor presentación:
“Si os he referido estos detalles acerca del asteroide B 612 y si os he confiado su número es por las personas grandes. Las personas grandes aman las cifras. Cuando les habláis de un nuevo amigo, no os interrogan jamás sobre lo esencial. Jamás os dicen: “¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Colecciona mariposas?”. En cambio, os preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos tiene? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?”. Sólo entonces creen conocerle. Si decís a las personas grandes: “He visto una hermosa casa de ladrillos rojos con geranios en las ventanas y palomas en el techo…”, no acertarán a imaginarse la casa. Es necesario decirles: “He visto una casa de cien mil francos”. Entonces exclaman: “¡Qué hermosa es!”. Si les decís: “La prueba de que el principito existió es que era encantador, que reía, y que quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe”, se encogerán de hombros y os tratarán como se trata a un niño. Pero si les decís: “El planeta de donde venía es el asteroide B 612”, entonces quedarán convencidos y os dejarán tranquilos sin preguntaros más. Son así. Y no hay que reprocharles. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas grandes. Pero, claro está, nosotros que comprendemos la vida, nos burlamos de los números. Hubiera deseado comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Hubiera deseado decir: “Había una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…”. Para quienes comprenden la vida habría parecido mucho más cierto.” (El Principito, Antoine de Saint-Exupéry).
Y yo me presenté así, de la mejor manera que nunca antes me había presentado en la vida:
“Soy un mate en la rambla en primavera, con el pelo al viento.
Soy una carcajada muy ruidosa de las que orientan a las personas cuando me están buscando.
Soy un libro de Isabel Allende o de Gioconda Belli, una canción de Silvio Rodríguez, pero también un buen pogo en un toque de rock.
Un plato de ñoquis cocinado por otro, y el suspiro placentero de un cuento compartido con mi hijo antes de dormir.
Soy un tejido sencillo con pretensión de sofisticado. Soy el brillo en los ojos de quien entiende algo por primera vez.
Soy una decisión muy meditada, la planificación minuciosa, pero también el disfrute de lo espontáneo.
Soy las otras 24 horas que le faltan a mi día, y soy la intensidad de vivirlo todo desde el amor y la pasión.”
¿Y vos? Si no fueras un número, ¿cómo te presentarías?
Con amor,
Yasí.
Exploradora de tramas y guardiana de tesoros crocheteros